Participante: ThunderGirl_vw
Blog: http://x-pressions.blogcindario.com/
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Texto:
Hay un hombre, de pie frente a un lienzo. Está quieto, inmóvil y con la mirada fija en esa blancura exquisita, en ese todo que aún es nada. Tiene una idea, un paisaje ronda su mente y mezcla los colores en una paleta, unta su pincel en ellos, pero el lienzo sigue en blanco. Tiene una idea, sabe lo que quiere, pero no puede alcanzarlo. Le falta un color, le falta el impulso.
¿Qué es lo que ocurre en ese momento?
¿Quién es ella, que puede cambiar el vacío que él siente en ese momento?
Agacha el rostro, no quiere rendirse. Fija su mirada en el suelo, pero en ese momento una música comienza a sonar en su mente, y él la tararea. No es una canción popular, no es la más bella de las piezas, y quizás el mundo no la conoce. Sin embargo, es su inspiración: la canción que su hermanita le escribió, cuando terminó el primer año de su carrera de pianista.
Esa canción es su inspiración.
Esa inspiración que le trae recuerdos con su chica, le permite pintar el mundo que imagina, plasmarlo en el lienzo para llevarle a su novia el mejor de los regalos: ese que muestra parte de su alma, que a ella le pertenece.
Hay una joven, sentada frente a un piano. Sus pies se mueven hacia delante y atrás, sin llegar al suelo, y su mirada se concentra en las hojas vacías, en los pentagramas sin clave. Tiene una idea, la música corre en su mente mezclándose con sus pensamientos, y comienza a tararear una leve melodía, para después bajar las manos hacia las teclas, y hacer morir la música en esos sonidos. Tiene una idea, escucha lo que quiere, pero no puede alcanzarlo. Las notas le fallan, la música no fluye.
¿Qué es lo que ocurre en ese momento?
¿Qué es lo que puede transmitirle la música a sus manos, para que el piano baile entre sus dedos?
Agacha el rostro, no quiere rendirse. Observa las teclas marfileñas, blancas e insulsamente alternadas con negro, pero en ese momento, un recuerdo cruza su mente. Ve una imagen en su mente, alza la vista y se encuentra un portarretratos; estira la diestra y toma la fotografía, observando a una bella pareja: él inclinado hacia delante, la dama de rojo entre sus brazos, su pierna izquierda en su cintura, y él sosteniéndola con los rostros demasiado cerca. La pura imagen del tango.
Ese tango es su inspiración.
Esa inspiración que le faltaba, el recuerdo de ese baile que tanto la sorprendió. Sonríe y estira sus dedos, tocando la mejor melodía, haciendo que los acordes bailen entre sus dedos: es la única forma que conoce de agradecerle a su hermano todo lo que hace por ella.
Hay una pareja, frente a frente en un living. Están cansados y agitados, pero el tango suena de fondo y ellos no saben cómo moverse: sus cuerpos estáticos no siguen el cadencioso ritmo de la música. Tienen una idea, una coreografía, una trama… pero no coordinan sus movimientos, y permanecen quietos sin poder liberarse. Tienen una idea, ven en sus mentes lo que quieren, pero no pueden alcanzarlo. Les falta el valor, les falta el sentimiento.
¿Qué es lo que ocurre en ese momento?
¿Qué es lo que puede unir sus cuerpos en el movimiento del tango?
Agachan el rostro, no quieren rendirse. De pronto él alza el rostro, y le indica algo a sus espaldas. Hay un cuadro, uno de un pintor que dedica todas sus obras a su novia. La figura es etérea, las líneas son perfectas, las dos siluetas que se ven unidas en un abrazo lucen tan tranquilas, que los relaja. Se miran sonriendo, ella rebobina la canción y él la toma fuerte entre sus brazos. El tango suena, y ellos bailan, son uno solo, uno con la música.
Ese cuadro es su inspiración.
Esa inspiración que surge del amor de un joven, les permite bailar como si nada más existiera, como si fueran sólo ellos dos, y todo para ir a una competencia, para intentar cumplir sus sueños.
Hay una mujer, sentada frente a un escritorio. La hoja frente a ella está en blanco, y el estilo se mueve juguetón entre sus dedos cansados, mientras ella observa la blancura infinita del papel. Tiene una idea, sus sentimientos se mueven en su pecho, pero no los sabe manejar y se desbordan de su alma, haciendo que la hoja siga en blanco. Tiene una idea, siente lo que quiere, pero no sabe alcanzarlo. Le falta él, le falta su inspiración.
¿Qué es lo que ocurre en ese momento?
¿Qué es él, que puede cambiar el vacío que ella siente en ese momento?
Agacha el rostro, no quiere rendirse. Fija su mirada en la mesa, pero de pronto ve una foto y un recuerdo cruza su mente. Se ve a sí misma con él, la última vez que se vieron, en una muestra donde una pareja bailó un tango, dejándole el corazón en la boca. Se ve a sí misma con él, hace unos años, cuando su hermana le tocó la canción que le había escrito en agradecimiento. Y ve el cuadro que él le regaló, ese que le envió por correo, porque ahora está en un intercambio al otro lado del mar.
Todo eso es su inspiración.
Esa inspiración que él representa, ese todo que él le da, le permite escribir todo lo que siente e imagina, plasmar el mundo desde una vista que nunca antes imaginó. Ahora puede escribir, para mostrarle esa parte de su alma, que a él le pertenece.
Esto es así, porque es la vida. Una cadena, un gran lazo.
Quizás la inspiración cambie según la persona, pero siempre es un sentimiento el que lo impulsa.
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